El 10 de julio, su mundo se hizo añicos cuando la persona en la que más confiaba lo atacó con un martillo, al no querer pagar la atención veterinaria.

Chico sufrió una fractura de mandíbula, dientes rotos, daño cerebral y perdió la visión de un ojo. Apenas se mantenía a flote.
Por suerte, un grupo de rescatistas de animales estaba cerca. Al oír sus gritos desesperados, intervinieron de inmediato.
Se llamó a las autoridades y el propietario fue arrestado, pero luego fue liberado después de contratar a un abogado, mientras Chico luchaba por su vida en estado crítico.

Al día siguiente, hubo una pequeña pero vital señal de esperanza. Chico abrió los ojos y dejó escapar un débil gemido.
Logró comer un poco con la ayuda de la medicación y su temperatura se estabilizó. Fue solo el principio, pero lo significó todo.
Chico necesitó múltiples cirugías. Le reconstruyeron el paladar destrozado y se intentó salvarle el ojo lesionado.
Se le realizarían más procedimientos a medida que se recuperaba lentamente. Pero lo que más preocupaba a todos era la insensibilidad de sus extremidades; los médicos atribuyeron la causa a un daño neurológico.

Necesitaría fisioterapia intensiva para tener alguna oportunidad.
A pesar de todo, Chico no se rindió. Incluso después del trauma que le causaron los humanos, respondió a la atención con una confianza silenciosa y una valentía visible.
Todos a su alrededor estaban conmovidos por su determinación.
Al tercer día, empezó la terapia subacuática. Al principio le resultó desconocida y difícil, pero Chico se adaptó. Una semana después, se puso de pie y luego caminó.
Con las vendas todavía alrededor del cuello y una sonda de alimentación colocada, siguió avanzando.

Finalmente, tuvieron que extirparle el ojo herido. Una vez más, Chico salió adelante con fuerza y gracia.
Dos meses después, Chico era un perro nuevo: sano, seguro de sí mismo y listo para un nuevo comienzo. ¿Y lo mejor? Fue adoptado por quienes lo salvaron.
Entre ellos estaba el veterinario que obró milagros para mantenerlo con vida. Ahora, Chico por fin está a salvo, es amado y vive la vida que siempre mereció.