Cuando Violet, una cachorrita cubierta de heridas y un extraño pelaje morado, fue llevada a la clínica Vet Ranch, el Dr. Carey supo que algo no estaba bien.
Su dueña afirmó que había sido atacada por un perro más grande, pero la gravedad de sus heridas contaba una historia mucho más preocupante.

Muchos perros de cebo, usados para entrenar perros de pelea, están marcados con tinte morado. Pero el dueño de Violet insistió en que el color provenía de un espray para heridas aplicado después del ataque.
Sea cual sea la verdad, una cosa estaba clara: había permanecido sin tratamiento durante demasiado tiempo. Sus heridas supuraron durante semanas, provocando infecciones graves y acercándola peligrosamente a la muerte.

El Dr. Carey comenzó inmediatamente un plan de tratamiento intensivo, administrándole analgésicos fuertes y antibióticos para combatir las infecciones que asolaban su pequeño cuerpo.
Fue una lucha por la supervivencia, y durante 12 días, cada momento contó. Poco a poco, la sepsis remitió y Violet empezó a mostrar signos de mejoría.

Su recuperación no fue solo física: al principio, Violet se sentía retraída, con el ánimo destrozado por el sufrimiento que había padecido. Pero con el paso de los días, algo hermoso sucedió.
Volvió a confiar. Movía la cola. Y cuando el Dr. Carey la abrazó, Violet apenas pudo contener su sonrisa de alegría y agradecimiento.

Para cuando se recuperó por completo, no tardó mucho en enamorarse de ella. Violet fue adoptada por Kelly, una mujer bondadosa que la acogió en un hogar lleno de calidez, amor y una nueva mejor amiga: su hermana Jack Russell, Peanut.

El camino de Violet, del dolor a la felicidad, es un testimonio del poder de las segundas oportunidades. Gracias a la compasión y determinación de un veterinario, ahora vive la vida que todo perro merece. Violet ya no es una víctima; por fin está a salvo, es amada y está en casa.

Mira el vídeo a continuación: